miércoles, 24 de agosto de 2011

El gazpachuelo

Presentación del gazpachuelo en su sopera
Tal como comenté en la entrada anterior, el gazpachuelo apareció en la mesa. Un éxito. Incluso para los más pequeños. Optamos por la versión de Heston Blumenthal, con algún pequeño cambio de la cocina popular malagueña. Hizo calor, respetamos la temperatura ambiente, para disfrutar de todos los matices que este plato contiene. En el invierno volveremos sobre él, para tomarlo caliente. En mi opinión, hay que conocer mis inclinaciones, la presencia de la mahonesa creo que lo convierte en algo verdaderamente singular. ¿A quién se le ocurriría tal idea? Pregunta un poco tonta por mi parte, que paso muchas horas estudiando recetarios. Hay una respuesta fácil, al pueblo. A la sabiduría popular. A la creatividad de las cocinas familiares. Ahora y aquí sí que me gusta hablar de creatividad.  Ya lo escribió Theodore Zeldin ("Historia íntima de la humanidad", 1994) cuando dice, cito de memoria, que son los cocineros quienes buscan deliberadamente  la creatividad en su cocina, pero que en la cocina de la abuela aparecen aspectos creativos sin caer en la cuenta. Lo cito por si a alguno de mis lectores les sugiere lo que a mi. Me aburre la "creatividad mediática", permítanme la licencia de tal adjetivación, mientras no se conoce la lenta y paciente evolución de la cocina por antonomasia, la que come la mayoría de los que comen. También dice Zeldin que la gastronomía a contribuido muy poco a resolver las obscenidades de las hambrunas... Pero esto es tema para otro día.

Ahora quiero citar a Heston Blumenthal donde dice lo que referí en el anterior post:  "Esta receta es una combinación de la versión general andaluza, que tiene como base el tomate y se espesa con pan y otra originaria de Málaga, que va enriquecida con mayonesa. Viene de un restaurante de la Borgoña, llamado La Côte Saint Jacques, que tiene tres estrellas Michelin. La sopa se prepara en tres etapas: primero se cortan las verduras y se marinan toda una noche en un poco de aceite de oliva. El jugo extraído se vierte entonces sobre pan cortado a dados, que se deja unas horas y luego se escurre. Finalmente, la sopa se espesa con mayonesa. El vinagre es muy importante, ya que su acidez da vida a este plato. Nuestros hijos lo adoran porque es muy refrescante. A veces, lo toman con pan, otras veces no; incluso lo han tomado como tentempié rápido, bebiéndolo de un vaso. La receta omite el ajo, ya que a los niños no les entusiasma cuando está crudo. También en este caso, igual que en el de la crema de tomate anterior, la calidad de los tomates es primordial." En el Epílogo de nuestra edición me permití escribir "no puedo evitar señalar lo que los lectores avisados ya habrán percibido. Me refiero a algunas distancias y diferencias con la perspectiva de un cocinero anglosajón. Seguramente por eso, en el gazpacho, su justificación histórica del pimiento rojo es tan improcedente como la del tomate. Y si Heston conociera los gazpachuelos que en ciertos lugares de Andalucía se enriquecen con mahonesa, le maravillarían tanto como cuando destaca el plato de La Côte Saint-Jacques del gran cocinero Jean-Michel Lorain". Pero el caso es que fue ahí, en ese restaurante donde como san Pablo se cayó del caballo y decidió ser cocinero para siempre. ¡Y cómo lo ha logrado! 

P.S. Aquí se ve la "escudilla" donde se servía el gazpachuelo. Como se puede observar no faltaron los complementos que tal receta exigía. No se ve la paciencia que también exigió. 
Otra vez Zeldin, "la comida sabe mejor cuando colma de benevolencia recíproca a todos los comensales, aunque sea solo por un tiempo". Esta vez la cita con libro en mano. 
Que conste!

martes, 14 de junio de 2011

Lucía cumple SEIS años

Lucía luce nueva mochila y Lidia, feliz, "hereda" la de su hermana.
Hoy hemos madrugado para ir a felicitar a la nieta mayor, Lucía, porque cumple seis años. Ya se estaban vistiendo para ir al Colegio. Han desayunado, y a Lucía, sus padres, le han regalado una mochila con ruedas para llevar los libros al colegio. Carmen, la pequeñaja, aún dormía. Lucía se ha puesto muy contenta, entretanto Lidia decía que ella también cumplía “cuatro años y medio”. Todos hemos cantado de buen mañana y les hemos acompañado en su desayuno.
He de decir que es una niña muy normal, pero también en muchas cosas modélica. Sobre todo en el comer, y en su afición al juego y al estudio. Me gusta recordarla aquí pues, entre tanta literatura sobre los hábitos alimentarios de los niños, ella, y sus hermanas, y su primo, bueno, mis nietos, desde siempre han aceptado muy bien todo tipo de alimentos, conforme se les han ido incorporando. Comen muy bien las verduras, la fruta, la leche y sus derivados (Lucía distingue muy bien los quesos bien afinados), y no digamos la carne, las lasañas que prepara su madre, o las patatas con leche (gratinadas al horno), herencia de su bisabuela. En realidad su madre hace una cocina familiar, tal como la aprendió en casa (ya se sabe, con La cocina de ELLAS). Hace unos años incorporó, con éxito, el libro “Cocinar en Familia” de Heston Blumenthal, la obra del mediático Heston, ejemplo que convierte en algo esencial la comida en familia, al menos, los fines de semana. Este libro, editado en nuestra editorial, está todavía por descubrir en España donde ya se tradujo al español el año 2002. Ahora también es objeto de promoción de Francia, en su edición inglesa. Y en el Reino Unido nunca deja de estar en los escaparates. La preocupación de Blumenthal por la buena alimentación de sus hijos va mucho más allá de su cocina molecular (expresión poco afortunada) por la que cada vez es más conocido.
Vuelvo sobre el cumpleaños de Lucía. Está muy entusiasmada con la canción que prepara para la fiesta de final de curso “Let's go fly a kite”, de Mary Poppins. Y yo me preocupo al ver unos niños que han nacido con la crisis, y para quienes desconozco el futuro que se les avecina. Será más problema de sus padres, pero los abuelos, esa categoría desconocida absolutamente hasta que llega como un don del cielo, nos impide dejar de pensar en su porvenir.
No sé si en su Colegio solo han pensado en el aparente lado infantil de la película, pero mira por donde el argumento también tiene mucho que ver con la crisis financiera, como también en la famosa “¡Qué bello es vivir!”.... En cualquier caso el final resulta feliz y la canción final, que Lucía ya entona muy bien, la interpretará con sus compañeros de clase, ajenos a la situación que todos estamos viviendo, y soñando con el vuelo de las cometas, y el de Mary Poppins.
Sus abuelos maternos le prepararemos para la comida de celebración un gazpacho, o mejor, esta vez un “Gazpachuelo”, siguiendo en parte a Blumenthal, secundando el momento en que este famoso cocinero decidió entregar su vida a la cocina, tras la visita con sus padres al Restaurante de Jean-Michel Lorain, “La Côte Saint Jacques”, en Joigny, tres estrellas, donde tomó ¡un gazpacho con mahonesa! Nosotros procuraremos degustar esa delicada sopa, aunque nos pegaremos un poco más a las versiones originales, con alguna variación, de nuestras tierras malagueñas.
Les dejo con el citado fragmento de Mary Poppins: 

domingo, 12 de junio de 2011

Excelentísimo Señor don Santi Santamaria


Tal vez sea un poco inaceptable tardar tanto en dirigirme a ti. He dejado pasar unos meses a ver qué tal te sentaba el nuevo título, y qué tal sentaba por esta tierra. Recibir la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil (Real Decreto 405/2011, de 18 de marzo, por el que se concede la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, a título póstumo, a don Santiago Santamaría i Puig) no es "moco de pavo". Un amigo muy experto en estas cuestiones me escribió que: "la Orden del Mérito Civil fue creada en 1926 y podría decirse que es la tercera distinción española en importancia, tras las órdenes de Carlos III e Isabel la Católica, lo que no es poco, teniendo en cuenta que nuestro país ¡tiene más de 50 condecoraciones de ámbito estatal!, es decir sin contar con el sinfín de distinciones autonómicas o tuteladas por otras Administraciones Públicas. Si como me dices le concedieron la Gran Cruz, quiere esto decir que, dejando a un lado el Collar, reservado a los Jefes de Estado y altos dignatarios, se trata de la categoría máxima dentro de la Orden, otorgada siempre por el Consejo de Ministros mediante Real Decreto. Lleva aparejado el tratamiento de "Excelentísimo Señor".
Naturalmente fue a título póstumo, difícil de otra manera. Pero tu familia estuvo muy orgullosa y cuantos te admiramos también.
Supongo que habrás tenido ocasión de celebrar semejante distinción, entre otros con Paco Ignacio Taibo I (1924-2008), a quien también le fue concedida por Real Decreto 134/2006, de 3 de febrero. Ojalá haya sido con una excelente fabada. Taibo está viviendo ahora una reedición de su obra "Breviario de la fabada", la misma que ya en 1981 publicara mi admirado Pepe Esteban.
He dudado un poco en la foto para encabezar este post, y por fin me he decidido por la última que te hice en la fiesta de los Cien Años de la Guía Michelin 2010, en el Mercado de San Miguel de Madrid. Joan Roca recibió su tercera, deseada y merecida estrella. Tuviste un entrañable encuentro con Joan Roca, y una conversación, breve, de la que fui testigo y que inmortalicé con mi máquina portátil. Aparecieron recuerdos de épocas de su estancia en tu casa y otros comentarios sensatos como corresponden a la imagen ponderada que caracteriza a Joan Roca. Al parecer, trabajando con gran entrega, “los Roca” disfrutan de días felices, por cierto con gran reconocimiento de todo el mundo. Muy pronto su hermano Jordi va a publicar un nuevo libro “Los postres de Jordi Roca, más de 80 dulces recetas concebidas en El Celler de Can Roca".

lunes, 14 de marzo de 2011

Despedida de Santi Santamaria en Sant Celoni

El pasado día 18 de febrero acudí a Sant Celoni a rendir mi último homenaje de cuerpo presente a Santi Santamaria, y acompañar a su esposa Àngels, a sus hijos Regina, Pau y Judit, al nieto Joan, que tanta alegría acababa de proporcionarle, a su madre, a los amigos de su entorno y a cuantos componían parte de los equipos que forman las empresas que dirigía. Las calles respiraban silencio. Era lo propio. También yo pasé unas horas en el más profundo silencio. Pensando, recordando, rezando, dando por irreversible lo sucedido y sin fuerzas para rebelarme. Resignado. Tuve que salir a pasear un rato por las calles de Sant Celoni, hasta las cinco de la tarde.
Nunca había paseado ni mirado de esta manera las calles de Sant Celoni, aun siendo las más próximas a Can Fabes. Me llamó la atención la fachada parroquial, con un enorme esgrafiado barroco del siglo XVIII, en el que al mirar con atención vi arcángeles con trompetas, ángeles con cestos de flores o frutas, otros jugando con pájaros. Me pareció todo un símbolo del día. Observé que todo esa gran composición giraba en torno al patrón de la parroquia, San Martín de Tours, el santo en cuya cofradía ingresó nuestro rey Pedro IV, o III, necesitado de tener sucesión masculina, y confiando que san Martín lo conseguiría. Cosas de la fe. Porque así fue, y Pedro IV el Ceremonioso (1337-1387), tuvo dos hijos, Juan I el Cazador (1387-1395) y Martín I el Humano (1395-1410). Nunca habíamos hablado de esto con Santi. Aunque sí de la importancia de las  famosas "Ordenacions fetes per lo molt alt senyor en Pere terç Rey darago sobre lo regiment de tots los officials de la sua cort" (1344).
Paseando por las calles mudas pasé por delante de la fachada del Ayuntamiento, que lucía la bandera a media asta. Y pude mirar muchas más cosas que ahora no vienen a cuento. El sol iluminaba con todo su resplandor muchos rincones que hasta entonces no me habían llamado la atención.
Había que volver a L'Ateneu y participar en silencio en el acto de despedida. Un acto breve, grave, bien organizado, con las intervenciones cuidadas del periodista coordinador (Xavier Graset, amigo suyo, como Joan Rosaura que andaba fijándose en todo), como también justas y precisas las palabras del benedictino Aureli Argemí, de Emili Teixidor, de la periodista Montserrat Ponsa y las del director de la Compañía de teatro La Claca, Joan Baixas. No quiero dejar de nombrar a Lali Rubinat, la voz, y a Núria Guillén, al piano: ambas ofrecieron cuatro piezas musicales a cual mejor y más oportunamente elegidas, aunque al final hubiera preferido yo que al interpretar unos versos de "El cant dels ocells", en lugar de los versos iniciales, se hubieran interpretado los últimos: “La garsa, griva o gaig/diuen: Ara ve el maig!/Respon la cadernera:/Tot arbre reverdeix, /tota branca floreix/com si fos primavera. El xot i el mussol/al veure eixir el sol/confosos se retiren./El gamarús i el duc/diuen: Mirar no puc;/tals resplendors m’admiren!”.
Cada intervención o interpretación se finalizaban con intensos aplausos de cuantos ahí estábamos con la emoción contenida. Creo que de modo particular cuando Lali y Núria interpretaron la famosa aria de la ópera "Rinaldo", de Haendel,  "Lascia ch'io pianga". Con ella les dejo, y para quienes no recuerden la letra la transcribo:
Lascia ch'io pianga
Mia cruda sorte
E che sospiri
La liberta
Il duolo infranga
Queste ritorte
De' miei martiri
Sol per pieta

domingo, 16 de enero de 2011

“La cocina en su tinta” y "Nuestra señora de la O"

Monasterio de Alaón. Fotografía de José-Luis Acín
Quería haber seguido hoy refiriéndome a Ángel Muro Goiri, pero en mi corazón ha prevalecido la devoción a mi tierra, el Altoaragón, país de “jauja” en lo gastronómico, y con un patrimonio cultural y artístico que merece muchas más visitas de las que recibe, con la seguridad de que siempre se sale con deseos de volver. Se preguntarán qué tiene que ver esta “perorata” con el título del post. Hoy me voy a referir a una de tantas joyas románicas que adornan todo el Pirineo y prepireneo español: El Monasterio de Alaón, o Monasterio de la O.
Visitando la exposición “La cocina en su tinta” [de la que todavía me seguiré ocupando en algunos post más, dado el interés que me viene suscitando cuanto más analizo los recuerdos y datos que tomé, así como su Catálogo], en principio tuve la satisfacción de ver que se exhibía una pieza de gran valor como es el manuscrito (pág. 124 y 231 del Catálogo) ” Nos el licēciado Juan garcia de oliuan Abbad de nuestra señora de la D. y Marcial de Sauras Prior de nuestra señora del Pilar ... que tuvierē la dicha bulla de S. Pedro q[ue] se predico a titulo [de] cruzada en este presente Reyno en el dicho año MDXLVIII gozen de comer leche, hueuos y mā]teca en los tiēpos prohibidos por la yglesia [y] de comer carne por el orden y cō el cōsejo contenido en la dicha bula ....”. Es decir un documento que da cuenta de la licencia, o bula, de poder comer leche, huevos y manteca en los tiempos en que está prohibido comer carne. Se data a mediados del siglo XVI.
El tema es muy interesante para la historia de la alimentación ya que es una prueba más del papel que las religiones, en este caso la católica, suponen en los sistemas alimentarios, hasta el punto de llegar a casi o prácticamente medio año el tiempo en el que no se podía tomar ni carne ni grasas animales. También conviene tenerlo en cuenta a la hora de comprender la estructura de muchos recetarios, o incluso la datación, cuando no viene reflejado el año o periodo en el que pudo ser escrito o impreso. “En las primeras costumbres de la Iglesia se admitía una abstinencia de alimentos húmedos, permitiendo sólo el uso de sal, pan, agua (a los que se añadió después legumbres y frutas), y desechándose la carne, el pescado, los huevos, la leche, la manteca, el queso, el vino y el aceite: a este régimen se llamó xerofagia.” Posteriormente se estableció abstenerse de carne, pescado, huevos y lacticinios. Ruperto de Nola y el maestro Martino conocen muy bien que para cada tiempo litúrgico convienen unos tipos de platos.(…) desde antiguo muchos Papas concedieron, a través de documentos llamados Bulas, algunos privilegios y dispensas sobre el ayuno y la abstinencia, en concepto de compensación por la guerra contra los infieles u otros servicios a la Iglesia. Ya Urbano II (1089) concedió privilegios para la reconquista de Tarragona. Martino y Nola debían de tener noticia siquiera de las más famosas Bulas próximas a su tiempo como, en el caso de España, la concedida por Gregorio IX (1232) a don Jaime el Conquistador para la prosecución de sus conquistas; o la que Benedicto XII otorgó en 1340 a Alfonso XI para la guerra contra el moro, que habría de ser vencido en la batalla del Salado. El texto de las Bulas no siempre fue del mismo tenor, sino que en diversas épocas se introdujeron en él varias modificaciones que ampliaban o restringían los privilegios. (Ver: Juan Cruz Cruz, “La cocina mediterránea en el inicio del Renacimiento”).
La Exposición “La cocina en su tinta” expone  uno de esos documentos que autoriza (transcribo a castellano actual) “ a quienes tuvieren la dicha bula de S. Pedro que se predicó a titulo de cruzada en este presente Reyno en el dicho año 1548 gocen de comer leche, huevos y manteca en los tiempos prohibidos por la Iglesia y de comer carne por el orden y con el consejo contenido en la dicha bula. Esta autorización la ”hacen saber” el licenciado Juan García de Oliván, Abad de nuestra señora de la D. y Marcial de Sauras, Prior de nuestra señora del Pilar, etc. Aparentemente todo normal.
Jerónimo Zurita, cuñado de Juan García Oliván
Tal vez pueda parecer que uno busca algo que señalar de una Exposición que, ya lo dije anteriormente, ofrece no pocos reparos. Para quien me quiera creer, diré sinceramente que no. Es innecesario justificar que soy aragonés, editor de bastantes libros de historia, y que me suena quién sea Juan García de Oliván. Resulta obvio que me pregunte de qué monasterio donde se venere la Virgen de la D pudiera ser Abad. Pensé que sería una errata de la ficha o del Catálogo. Da la casualidad que el catálogo reproduce en miniatura el documento y con mi cuentahilos de tipógrafo leo perfectamente que dice nuestra señora de la O. Por si hubiera duda, consulto la ficha del catálogo de la Biblioteca Nacional donde se lee D.
Naturalmente salto de mi asiento. Parece que estoy condenado a que, viendo que era un documento que se refería a Aragón y que me iba a permitir deshacerme en parabienes, de nuevo me obliga a aflorar el espíritu crítico. El monasterio más importante donde se veneraba a “Nuestra Señora de O”, o de la Expectación del Parto, o de la Esperanza, es el de Alaón, Sopeira (Huesca), en la Ribagorza oscense. Tan importante que generó tres prioratos benedictinos notables a lo largo del curso del río Cinca. El firmante de esta bula, como “comissario apostólico” y "Abbad de la O", canciller de Aragón Juan García Oliván, entre otros asuntos, es conocido por sus cartas, muchas de carácter familiar y personal, con Jerónimo Zurita, de quien era cuñado, y también porque terminó siendo Obispo de Urgell (1556-1560) a cuya diócesis pertenecía entonces el Monasterio de Nuestra Señora de la O, tras ser consagrado obispo por el famoso, culto, gran mecenas, Arzobispo don Fernando o Hernando de Aragón en La Seo de Zaragoza. No hace falta tener  grandes conocimientos paleográficos para distinguir una O de una D, estando vecina la palabra Dios, o la D, número romano en una fecha.

Virgen Expectante. Frontal museo episcopal de Vic
Señalado queda el error, que confío se subsanará, si estoy en lo cierto. Quédense con la importancia antes referida del papel de las bulas liberando de abstinencias, sobre todo a la hora de valorar la organización de recetarios, o si en alguna ocasión por esa vía se puede datar aunque sea con aproximación un libro o manuscrito. De hecho por ese camino se conjetura si pudiera ser que hubiera una edición incunable del “Libro de Guisados” de Ruperto de Nola.
A quienes disfrutan de un nombre tan bonito como María de la O, supongo que les habrá podido interesar este comentario. En nuestros días parecerá más andaluz que pirenaico, al ser popularizado por la canción que Salvador Valverde y Rafael de León compusieran para Estrellita Castro, su creadora. O por las dos películas españolas que protagonizan una joven gitana, y el señorito dueño de un cortijo andaluz. O en nuestros días por la interpretación de Niña Pastori. No obstante, para que este comentario final no parezca escrito con ganas de banalizar, y dado que el nombre es notorio por gente popular y famosa, como María de la O Martínez Bordíu, quiero recordar también a la gran gran escritora y pensadora, la riojana y feminista activa María de la O Lejárraga, esposa de Gregorio Martínez Sierra, a quien espero que los lectores que aman la cultura la tengan bien presente.
Personalmente, tributario que soy de la cultura judeocristiana que marca todavía nuestra historia, incluso la más reciente, veo en Nuestra Señora de la O, o de la Expectación del parto, un símbolo de la “desmesura de la maternidad divina”.

Nota: La Virgen de la Esperanza es patrona de muchas de las Fiestas de Invierno (las "pequeñas"), que se celebran en Adviento, el 18 de diciembre. En concreto son fiestas en Siétamo (Huesca), lugar de origen de la poetisa y monja del Monasterio Cisterciense de Casbas de Huesca, doña Ana-Francisca Abarca de Bolea (1602-ca.1685); también de don Pedro Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea (1719-1798), X Conde de Aranda, embajador y ministro plenipotenciario en París, primer ministro de Carlos IV y decano del Consejo de Estado; también de los hermanos Antonio-María y José-María Javierre Ortás, y también de quien suscribe.

martes, 4 de enero de 2011

"La cocina en su tinta" y Ruperto de Nola



Vengo siguiendo desde hace unos meses el anuncio y las noticias de la ya inaugurada exposición “La cocina en su tinta”. Hasta ahora, en un tanto por ciento muy elevado, sólo he visto reflejada la noticia que aparecía como nota de prensa o anuncio en la web de la BNE, y, después de la inauguración, casi siempre glosas que abundaban en “más de lo mismo”. Digo esto porque tengo la sensación de que, desde mi humilde rincón de esta densa floresta “bloguera”, voy a ser de los primeros que digan algo diferente, como consecuencia de haber visitado la Exposición con detalle y con calma. A fuer de ser sincero no he encontrado lo que esperaba. Aunque esto no me impide recomendar encarecidamente que se visite. No sé si vale la pena hacerlo expresamente, para quienes no viven cerca de Madrid. Encuentro que es una exposición, utilizando un trasnochado lenguaje aplicado al cine, “para mayores con reparos”. Quiero decir, que su anuncio y lo que se ofrece, en mi opinión, requiere una cierta preparación. Otra cosa es que además se hagan actividades paralelas para niños (?) o conferencias para quienes estando en Madrid puedan asistir. Pero cuando se va ex profeso, como es mi caso y tal como yo interpretaba su anuncio, me permití esperar algo más.
Antes de nada quiero puntualizar dos asuntos que, sobre todo de cara a los medios de comunicación, se deberían corregir para no incurrir en cadena con los mismos fallos. Soy de la opinión de que al autor del “Libro de Guisados”, o “Libre de Coch” (durante semanas de Corch, y así sigue en muchos blogs y periódicos) no se le llama “Rupert Nola”, en todo caso habría que decir “de Nola”. Constato que en los registros de la BNE aparece como “Ruberto de Nola”. Y que siguiendo la primera edición conocida, en catalán (ca.1520) [la que se muestra se la Exposición], se le suele llamar “mestre Robert”: "compost per lo diligent mestre Robert coch del Serenissimo Senyor Don Ferrando Rey de Naples”). No obstante, la Biblioteca de la Universidad de Barcelona, y también  la Biblioteca de Catalunya, (así como el CCUC) todas las entradas de este libro, en catalán o en castellano, llaman a su autor “Rupert de Nola”. Personalmente creo que el nombre más extendido es el de “Ruperto de Nola”, pero no haré reparo alguno a que se le diga “Roberto” (Ruberto se lee clarísimamente en la edición de 1529, y “Robertus” le decía Pérez Bayer (1788) anotando a Nicolás Antonio …, “y compuesto por ‘Maestro Ruberto’ en la de Çaragoça…en casa de Pedro Bernuz, 29 abril 1568”. Tal vez un poco complicado todo esto para un blog, pero fácil de entender si se lee la publicación de los textos de Ruperto de Nola y Martino en “La cocina mediterránea en el inicio del Renacimiento”(1997), por Juan Cruz Cruz, la más reciente y apreciada edición, bajo el sello editorial de quien suscribe: La Val de Onsera. Si se quiere discutir a Juan Cruz Cruz, que se haga, lo que no parece correcto es que “cada uno haga de su capa un sayo”, y hasta se permita privar de tal edición a sus lectores en la Biblioteca Pública. En Catalunya, sólo se exceptúa la “Universitat Rovira i Virgili”. El Catálogo de la Exposición tampoco cita la edición de Juan Cruz Cruz: que conste.
Tal vez parezca una cuestión menor, sobre todo si se compara con cuanto ignoramos sobre el autor, su lugar de nacimiento, a qué Rey de Aragón sirvió, su conocimiento e influencias entre otros recetarios, si pudo existir un incunable, etc. Aunque pienso que, en cuanto a análisis de los contenidos del recetario, el estudio de Juan Cruz Cruz es muy importante, y ojalá aparezcan nuevos estudios que ofrezcan nuevas perspectivas. Todo, menos favorecer la mitomanía de adquirir ediciones facsimilares, sin comentario alguno, y “visiones” museísticas sin vida. Hacen falta ediciones críticas que contribuyan al conocimiento de nuestra cocina. Todavía, pensando en lo que a mí me interesa, puedo recomendar el libro de Javier Pérez Escohotado, “Crítica de la razón gastronómica”, donde aparece un capítulo, "Primeros libros de cocina en España: La conexión erasmista",  con reflexiones originales sobre la edición del “Libro de Guisados”.
Siguiendo con las expectativas creadas por el anuncio de la BNE, voy a señalar brevemente una nueva frustración, ya que entre las obras cuya presentación se anuncia está: “El Practicón, de Ángel Muro, auténtico best-seller del género en el siglo XIX”. Sólo se expone su “Diccionario general de cocina”(1892), y en el catálogo se cita El Practicón (1894) y “unas conferencias culinarias” (1892-1895), de enorme interés. También se dice de Muro que fue “un gran publicista”,…y amigo de la condesa Pardo Bazán (!), supongo que hablando culinariamente.
Vaya desengaño el mío que creía, modestamente, haber aportado algo sobre la vida y bibliografía del ingeniero de minas y ferrocarriles y notable periodista, Ángel Muro Goiri, en los “Escritos Gastronómicos. I”. Pero este asunto lo voy a dejar para otro post. Vale.

NOTA.La fotografía que ilustra este post demuestra que está tomada por mí mismo, a la salida del "cercanías". Pinche en ella, y adivine el valor de la verja del albaceteño Francisco Jareño y Alarcón. Hay voces que reclaman una pronta restauración. Si puede, no deje de visitar la exposición "Códices de la Capilla Sixtina". Tal vez cuando me lea ya se habrá clausurado. Será una pena.