Lucía luce nueva mochila y Lidia, feliz, "hereda" la de su hermana. |
Hoy hemos madrugado para ir a felicitar a la nieta mayor, Lucía, porque cumple seis años. Ya se estaban vistiendo para ir al Colegio. Han desayunado, y a Lucía, sus padres, le han regalado una mochila con ruedas para llevar los libros al colegio. Carmen, la pequeñaja, aún dormía. Lucía se ha puesto muy contenta, entretanto Lidia decía que ella también cumplía “cuatro años y medio”. Todos hemos cantado de buen mañana y les hemos acompañado en su desayuno.
He de decir que es una niña muy normal, pero también en muchas cosas modélica. Sobre todo en el comer, y en su afición al juego y al estudio. Me gusta recordarla aquí pues, entre tanta literatura sobre los hábitos alimentarios de los niños, ella, y sus hermanas, y su primo, bueno, mis nietos, desde siempre han aceptado muy bien todo tipo de alimentos, conforme se les han ido incorporando. Comen muy bien las verduras, la fruta, la leche y sus derivados (Lucía distingue muy bien los quesos bien afinados), y no digamos la carne, las lasañas que prepara su madre, o las patatas con leche (gratinadas al horno), herencia de su bisabuela. En realidad su madre hace una cocina familiar, tal como la aprendió en casa (ya se sabe, con La cocina de ELLAS). Hace unos años incorporó, con éxito, el libro “Cocinar en Familia” de Heston Blumenthal, la obra del mediático Heston, ejemplo que convierte en algo esencial la comida en familia, al menos, los fines de semana. Este libro, editado en nuestra editorial, está todavía por descubrir en España donde ya se tradujo al español el año 2002. Ahora también es objeto de promoción de Francia, en su edición inglesa. Y en el Reino Unido nunca deja de estar en los escaparates. La preocupación de Blumenthal por la buena alimentación de sus hijos va mucho más allá de su cocina molecular (expresión poco afortunada) por la que cada vez es más conocido.
Vuelvo sobre el cumpleaños de Lucía. Está muy entusiasmada con la canción que prepara para la fiesta de final de curso “Let's go fly a kite”, de Mary Poppins. Y yo me preocupo al ver unos niños que han nacido con la crisis, y para quienes desconozco el futuro que se les avecina. Será más problema de sus padres, pero los abuelos, esa categoría desconocida absolutamente hasta que llega como un don del cielo, nos impide dejar de pensar en su porvenir.
No sé si en su Colegio solo han pensado en el aparente lado infantil de la película, pero mira por donde el argumento también tiene mucho que ver con la crisis financiera, como también en la famosa “¡Qué bello es vivir!”.... En cualquier caso el final resulta feliz y la canción final, que Lucía ya entona muy bien, la interpretará con sus compañeros de clase, ajenos a la situación que todos estamos viviendo, y soñando con el vuelo de las cometas, y el de Mary Poppins.
Sus abuelos maternos le prepararemos para la comida de celebración un gazpacho, o mejor, esta vez un “Gazpachuelo”, siguiendo en parte a Blumenthal, secundando el momento en que este famoso cocinero decidió entregar su vida a la cocina, tras la visita con sus padres al Restaurante de Jean-Michel Lorain, “La Côte Saint Jacques”, en Joigny, tres estrellas, donde tomó ¡un gazpacho con mahonesa! Nosotros procuraremos degustar esa delicada sopa, aunque nos pegaremos un poco más a las versiones originales, con alguna variación, de nuestras tierras malagueñas.
Les dejo con el citado fragmento de Mary Poppins:
¡Qué rico cumpleaños! ¡Qué rico gazpachuelo! ¡Qué suerte de abuelo! Mis felicitaciones a toda la familia.
ResponderEliminarTambién nosotros te felicitamos. Tienes suerte de tener unos abuelos tan diferentes, en el buen sentido. Y el gazpachuelo, ya se sabe, es cuestión de paciencia y calidad. De modo que tienes la parábola en casa.
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ResponderEliminarFelicidades al abuelo, a los padres y a la niña; además de a sus hermanas y primos. Felicidades porque han hecho de la cocina uno de los elementos culturales de su vida. Como el aprendizaje de la lectura, los números, la religión...
ResponderEliminarUn elemento que se ha perdido en la mayoría de las casas "pudientes", para disfrute de Glovo y otros repartidores de comida mayoritariamente basura. Salud