Está claro de dónde sale el subtítulo del blog. La importancia de Fernández Duro es insoslayable. El libro que apareció en Madrid, 1878, contiene once trabajos literarios, pero en general el que más llamó la atención fue el último (págs. 303-346) que lleva por título “La cocina del Quijote”. Un estudio que ya se publicó, en tres entregas en 1872 en la revista “La Ilustración Española y Americana”. Este estudio me interesó por muchos aspectos. En muchos de ellos me diferencio de algunos autores actuales que se han fijado en él para escribir sobre la cocina del Quijote, llegando a ser usado para lo que yo he llamado, con un neologismo horroroso, la interesada “mancheguización” de la cocina del Quijote. Pero este tema será para otro día. De este libro rescató Pepe Esteban el capítulo referido que en 1983 editó de manera exenta. Actualmente han aparecido nuevas ediciones sin una palabra nueva ni sobre el libro ni sobre Fernández Duro. Ya les contaré.
Si me refiero a la cuestión de venturas y desventuras, es porque Fernández Duro, que conocía bien la Historia de España, y también la de la alimentación española, dice que : “La alimentación es el dato más seguro y fácil para investigar el grado de adelantamiento de los pueblos, y no hay indicio más fijo de su atraso que la frugalidad, que como virtud suele elogiarse por algunos espíritus ligeros. ”De la manera como las naciones se alimentan depende su destino, ha dicho el gastrónomo fisiologista. (...). España no tiene la preponderancia de otros tiempos, por el abandono e indiferencia que se ha venido propagando en materia de alimentos, a fuerza de ocuparse de política y sólo de política ’Ha venido a quedar el pueblo Ibero / Anclado entre la jota y el puchero’ (pág. 326), afirmaciones que apoya en el Conde de Rodalquilar y el texto entrecomillado lo toma de la Zarzuela Un cocinero”.
Y de momento no hay comentarios por mi parte. Aunque, claro, si he traído la cita será por algo. Y por alguien. Deseos de Venturas, y, si Desventuras, que sean leves.
P.S. Cesáreo Fernández Duro era zamorano (1830) y murió en Madrid en 1908 (¡el centenario de su muerte pasó desapercibido a las Reales Academias!) Alguna vez recogió y transcribió recetas. Divulgó algunas sobre ostras, no en vano se le considera, con De La Paz Graells, introductor de la ostricultura en España. Esta es una de ellas:
“Ostras fritas: Para confeccionar este plato se escogen las ostras más grandes y más frescas. Se separa la concha; se enjugan en una servilleta y se envuelven en pan rallado, con un polvo de pimienta de Cayena. Repetida esta operación para que queden bien cubiertas, se las fríe en líquido hirviendo, compuesto de una mitad de manteca de vaca fresca y otra mitad de manteca de cerdo. Se retiran cuando toman un color amarillo de oro, y se sirven inmediatamente.” (Personalmente utilizo esta receta para saborear los Ostrones del Deltebre. También nos gustan con una simple tempura. Un bocado de mar exquisito).
Si me refiero a la cuestión de venturas y desventuras, es porque Fernández Duro, que conocía bien la Historia de España, y también la de la alimentación española, dice que : “La alimentación es el dato más seguro y fácil para investigar el grado de adelantamiento de los pueblos, y no hay indicio más fijo de su atraso que la frugalidad, que como virtud suele elogiarse por algunos espíritus ligeros. ”De la manera como las naciones se alimentan depende su destino, ha dicho el gastrónomo fisiologista. (...). España no tiene la preponderancia de otros tiempos, por el abandono e indiferencia que se ha venido propagando en materia de alimentos, a fuerza de ocuparse de política y sólo de política ’Ha venido a quedar el pueblo Ibero / Anclado entre la jota y el puchero’ (pág. 326), afirmaciones que apoya en el Conde de Rodalquilar y el texto entrecomillado lo toma de la Zarzuela Un cocinero”.
Y de momento no hay comentarios por mi parte. Aunque, claro, si he traído la cita será por algo. Y por alguien. Deseos de Venturas, y, si Desventuras, que sean leves.
P.S. Cesáreo Fernández Duro era zamorano (1830) y murió en Madrid en 1908 (¡el centenario de su muerte pasó desapercibido a las Reales Academias!) Alguna vez recogió y transcribió recetas. Divulgó algunas sobre ostras, no en vano se le considera, con De La Paz Graells, introductor de la ostricultura en España. Esta es una de ellas:
“Ostras fritas: Para confeccionar este plato se escogen las ostras más grandes y más frescas. Se separa la concha; se enjugan en una servilleta y se envuelven en pan rallado, con un polvo de pimienta de Cayena. Repetida esta operación para que queden bien cubiertas, se las fríe en líquido hirviendo, compuesto de una mitad de manteca de vaca fresca y otra mitad de manteca de cerdo. Se retiran cuando toman un color amarillo de oro, y se sirven inmediatamente.” (Personalmente utilizo esta receta para saborear los Ostrones del Deltebre. También nos gustan con una simple tempura. Un bocado de mar exquisito).
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