domingo, 7 de abril de 2013

BIGAS LUNA: CINEASTA, PENSADOR, GASTRÓNOMO

Esta imagen pertenece a un detalle de la portada del libro escrito por Isabel Pisano, Madrid, 2001, "Sombras de Bigas, luces de Luna", de quien he tomado un texto [para este recordatorio que a bote pronto dedico al cineasta desaparecido]. A estas alturas algunos de mis lectores conocen la existencia de mi libro "Biografía de la Paella", en la que me refiero a Azcona, Berlanga, Bigas Luna y otros que son, en mi opinión, personalidades que por razones muy diferentes de las mías (o tal vez no tan diferentes) encontraron en la paella una referencia icónica. Cuando murió Berlanga, Bigas Luna le dedicó un texto precioso: "...Suya es también una de las mejores frases oídas en una pantalla. Me refiero a aquella escena en la que unos presos ven llegar a la cárcel a unos políticos, los miran y se ponen a chillarles con todas sus fuerzas: "¡Menos libertad y más paella, coño!" En todas sus películas hay algo que me fascina y me interesa. Poseía dos virtudes que valoro mucho. Era un hombre muy inteligente y era un hombre con una envidiable capacidad de ironizar sobre sí mismo. Cuando le preguntaban: "Oiga, ¿usted se ríe de todo?". Contestaba: "No, no, sólo me río de las cosas importantes". ¿Maestro y discípulo?

Del libro de Isabel Pisano extraigo estas declaraciones del mismo Bigas Luna: Huevos de oro es otro retrato de España [...] la comida, el sexo, lo surrealista y la especulación imobiliária. Somos lo que somos por el clima que tenemos y por lo que comemos. Una de las mejores cosas de nuestro país es nuestra comida, una pieza clave de nuestra cultura. Los huevos fritos con chorizo son uno de los platos más sencillos que tenemos, pero de una gran fuerza, un plato ancestral, casi étnico. Los huevos son la esencia y seguirán siéndolo siempre; la expresión “qué huevos” siempre convella una alabanza, aunque se utilice para recriminar a alguien. No ocurre lo mismo con el chorizo, a pesar de ser parte clave del plato (…)

Estos días se repone esta película,  volveré a verla, y hacia el minuto 15:15 aparecerá Claudia (Maribel Verdú) y danzará sobre y en torno a una paella. Siempre pensé que un día vería, a Bigas Luna,  por Zaragoza y hablaríamos sobre el papel que daba a la paella, y precisamente a la paella. No obstante, creo que en INGESTUM, (Ivam, 2008), hay un capítulo que aclara mucho su modo de pensar. En lugar de transcribir he fotografiado un fragmento, así como una ilustración para cierre del post. Pinchando en la imagen se aumenta.
Texto del Catálogo INGESTUM, IVAM, 2008
Tampoco será posible hablar con él a fondo sobre sexo y comida, hombre y mujer desde los orígenes del fuego y la comida hasta las perspectivas actuales de esos conceptos y de los roles de cada miembro de la pareja ante el importante momento de cocinar y comer juntos. Del mismo libro, INGESTUM, he tomado otra instantánea que recuerda la Paella del Huerto, 2006, en la que intervinieron, entre otros, sus amigos Marcos Campos y Jaime Vallés del Huerto de Horta de Sant Joan. La paella, dice, salió magnífica. Al final del relato de la cena dice: "Antes de marcharse, cada comensal se llevó, ya horneado, el pan que había amasado con Tomaso. Este pan simboliza la masa madre, esa masa de la que se guarda un trozo para hacer pan al día siguiente, ese recuerdo que espero ayude a fomentar después el respeto por la tierra, por los alimentos y por el ritual de la comida."

El País Semanal "encuestó" a numerosos cocineros y gentes de la cultura sobre cuál sería su última cena (nº 1648, 27 de abril de 2008) y en mi opinión la respuesta más interesante, inteligente y que responde y retrata mejor al "encuestado" fue la de Bigas Luna: 

¿Dónde celebraría su última cena en la Tierra? En mi casa del Camp de Tarragona, rodeado de burros y gallinas.
¿Con muchos invitados? Primero cenaría a solas, luego haría de anfitrión para 12 mujeres. Las sentaría mirándome, sus pies descalzos metidos en 12 barreños de agua caliente. Ninguna habla, sólo escuchan mientras explico los platos: un té chino bleu vert, de Mme. Tcheng, y un pedazo de manzana; lechugas de mi huerto con aceite de oliva, espinacas al vapor y un plato de jamón de cerdo feliz.
¿Y el postre? Compota de manzana con yogur griego, unos trozos de cacao puro y orujo blanco. A ellas, en lugar de cacao, les daría chocolate de Paco Torreblanca. Servido en un pezón.

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